jueves, 26 de mayo de 2011

Un 'diablo rojo' de la cabeza a los pies

Cuando en 1992, en Wembley, Pep Guardiola levantaba la Copa de Europa con apenas 21 años, un puñado de canteranos del Manchester United surgidos de la Academy se adjudicaba la FA Cup juvenil. Los hermanos Neville, Beckham, Giggs, Butt y un pelirrojo centrocampista llamado Paul Scholes (Stalford, 1974), ensombrecido por el resto, irrumpían en el fútbol mundial. Hoy, aquel joven 'diablo rojo' que destacaba por sus cualidades creativas es toda una institución en la Premier League, hasta el extremo que el propio Sir Alex Ferguson le ha rogado que no cuelgue las botas a sus 36 años y que medite continuar una temporada más en Old Trafford.
Futbolísticamente, Scholes nació y se crió en el Manchester United, donde llegó con 14 años. Dos décadas después sigue vistiendo de rojo. Nunca en todo este tiempo se ha dejado tentar por las múltiples y millonarias ofertas llegadas de todo el mundo. Dice que el club inglés es un sentimiento del que es incapaz de desprenderse. Tanto que, con 30 años, se retiró de la selección para dedicarse sólo al ManU.
Su colección de títulos y medallas es de impresión, pero aún más el reconocimiento que le ha llegado de sus compañeros de profesión. Zidane, un mito ya retirado, le calificó como "el rival más difícil al que tuve que enfrentarme". Xavi, el mejor centrocampista del mundo, aseguró en una entrevista que es "un modelo a seguir". Pep llegó incluso a desvelar su admiración. Algunos le llaman el Iniesta del Manchester United.
Profesional incansable, líder como pocos y con más de 648 partidos y 136 goles en sus estadísticas, Scholes ejecuta la transición ofensiva con una velocidad y una brillante entereza de ideas. El barcelonismo no olvidará nunca el 29 de abril de 2008, cuando un golazo suyo desde 30 metros decantaba del bando inglés las semifinales de la Champions League. El Barça no había pasado del empate sin goles en el Camp Nou y fue incapaz de darle la vuelta al marcador. Defensivamente, su capacidad de destrucción no tiene límites aunque en ocasiones sus excesos hayan provocado más de una tarjeta roja. Ostenta el triste honor de ser el único jugador que ha sido expulsado del nuevo Wembley en estos últimos cuatro años.
Alex Ferguson ha ido modificando su rol en la plantilla con el paso de los años. Antes, Scholes aguantaba una cincuentena de partidos por temporada. Posteriormente rebajó la cantidad a cuarenta y ahora llega a la treintena y en la mayoría de los casos como suplente. El técnico escocés le reserva para las segundas partes consciente de su habilidad para leer el ritmo del partido. El centrocampista, que se cuida hasta la obsesión, sabe darle el toque preciso y, sobre todo, la dirección más oportuna en cada momento. Una virtud que muy pocos poseen. Ninguno de los fichajes llegados para reforzar la media del ManU ha logrado desterrarle.
La lealtad es habitual en su conducta. Es al Manchester United desde sus inicios profesionales y también a su familia. Se casó con la novia de toda la vida, con la que ha tenido tres hijos y nunca ha protagonizado líos de faldas. Con dos Champions League en su palmarés, ahora estudia lo más conveniente para su futuro. "Seguiré mientras el cuerpo no me diga lo contrario", manifestó al principio de temporada. A pocos días para la finalísima de Wembley prefiere callar. No desvelará la incógnita hasta que el árbitro dé por concluido el partido. El 'Fergie baby' tiene todo el crédito del mundo.

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